domingo, 13 de septiembre de 2015

*Las Uvas de la Ira*, de John Ford (1940)


                 1.- INTRODUCCIÓN.

  John Ford, o John Martin Feeney, nació el 1 de febrero de 1894 en Maine (EEUU), de padres irlandeses, emigrados como tantos otros que huyeron del hambre y las desfavorables condiciones económicas, políticas y religiosas y que buscaban un futuro mejor. De sus padres recogió su sentido de pertenencia a Irlanda, la Heimat o tierra originaria, el solar patrio, que se dejará ver en su cine, así como la figura de su madre, de gran fuerza y presencia que se ve en muchas de sus obras, pero sobre todo en *Las Uvas de la Ira*, creando un personaje que va mostrando su fortaleza y su papel como eje de la familia a lo largo de la cinta ( y protagonizado por Jane Darwell, quien obtuvo el Óscar a la mejor actriz de reparto por esta interpretación), basada en la novela homónima de John Steinbeck, aunque Ford elimina ciertos detalles sórdidos de la novela y dulcifica algo su final.




    John Ford comenzó a trabajar en el cine con su hermano Jack, y participó como extra en El nacimiento de una nación, de David W.Griffith, director  a quien John siempre admiró.Su primera película como director fue El tornado, un western de 1917 en el que intervenía su hermano Francis, y que se perdió. En 1920 comienza su relación con la Fox, siendo su primera película para ella Just Pals, un western que narra la relación entre un vagabundo y un niño. Este año viaja a Irlanda y contacta con el Sinn Fein, radicalizando cada vez más su militancia irlandesa, en unos momentos en los que se lucha por su independencia de Gran Bretaña (efectiva desde comienzos de 1921). Su nostalgia de la patria perdida lo lleva a rodar en 1928 la película Four Sons, que traslada su Irlanda imaginada a un drama en Baviera.

   John Ford pasa al cine sonoro con El barbero de Napoleón donde tendrá una exitosa carrera jalonada por varios Óscars, como el de 1935 a la mejor película por El Delator; el de 1940 al mejor director por Las Uvas de la Ira; Óscar al mejor director y a la mejor película en 1941 con ¡Qué verde era mi valle!, y otra vez como mejor director en 1952 por El hombre tranquilo, con John Wayne como protagonista. También fueron premiados con este galardón dos documentales suyos: The Battle of Midway y El siete de diciembre. su extensa filmografía deja otros filmes dignos de mención como La Diligencia, El Fugitivo, Río Grande, Mogambo o Huracán sobre la Isla (ver análisis más detallado de esta película en el enlace http://anthropocinema.blogspot.com.es/2015/08/huracan-1937-de-john-ford-y-jean-troell.html).

        La historia que narran la novela y la película es un tema tan actual que podríamos cambiar los nombres de los protagonistas por los de cualquier inmigrante hacia el norte de Europa de las noticias de estos días, o de cualquier persona que se ha visto de repente sin trabajo ni recursos para hacer frente a la vida tal como la tenía. En la novela y la película el decorado económico de fondo es la Gran Depresión que siguió al crack de Wall Street en 1929, una crisis singular, al igual que la de 2008 - tal como analiza Yanis Varoufakis en El Minotauro Global (2012)- porque no son simples crisis de superproducción como las que Marx diagnosticó al sistema capitalista, y sus consecuencias son un cambio en el mundo tal como se tenía organizado. La Gran Depresión ocupa una década en la historia de Estados Unidos en la que el Estado Federal comienza a tomar fuerza al tener que adoptar medidas proteccionistas debido a los estragos producidos por el capitalismo salvaje que llevó al Crack. En esta historia se narra el - amargo - viaje de la familia Joad desde su Oklahoma natal hasta California, donde van buscando oportunidades para poder vivir. Cuando Tom Joad (Henry Fonda en la cinta de Ford) sale de la cárcel , vuelve a la granja de sus padres con intención de vivir y trabajar allí, pero al llegar, se encuentra con que todas las granjas de la zona están vacías y las tierras aradas por un tractor; todo ha cambiado: el trabajo de las familias ha sido sustituido por una máquina eficaz, y la propiedad de la tierra es ahora de los bancos y las compañías que las explotan - o no, pero que tienen los documentos de propiedad; la tierra ya no es "el cuerpo inorgánico del hombre" (Marx), de donde sacan el sustento y donde van a parar una vez muertos; la tierra se ha convertido en una mercancía, una mercancía ficticia, como la adjetiva Polanyi, un objeto que se convierte en un problema técnico y financiero.Advertido Tom por un vecino, que se niega a abandonar la tierra y sobrevive escondido de los vigilantes apostados por las compañías propietarias actuales, de que su familia se encontraba en la granja de su tío, Tom va hacia allá para encontrar que todos están preparando el viaje a California, donde cuentan que hay trabajo bien pagado para todos, y Tom, desposeído de la tierra, como cientos de miles de americanos de Arkansas u Oklahoma, se suma al proyecto; sin tierra a la que pedir recursos para sobrevivir, el ser humano se ve abocado a vender su fuerza de trabajo a cambio de dinero para poder sustentar su existencia.Así, en un camión destartalado y pertrechados con lo más imprescindible para vivir, la familia se marcha hacia California, en un viaje en el que verán que ahora las personas no cuentan como seres individuales, con identidad y proyectos, sino que se han convertido en una masa de brazos dispuestos a trabajar por un salario cada vez menor, puesto que el hambre y la desesperación hacen bajar las expectativas. A mayor oferta, menor salario.


           2.- IRLANDA, GRAN BRETAÑA Y EEUU:BREVE REPASO HISTÓRICO.

             La Tierra, vista desde el espacio, es una bola azul. Si la miramos más de cerca, vemos masa de tierra y de agua desigualmente repartidas, y en ningún caso, esas líneas divisorias a las que llamamos fronteras; si acaso, cadenas montañosas o extensiones de agua que pueden ser interpretadas tanto como elementos que unen como elementos que separan. Por todo ello, y repasando la historia de la humanidad, podemos comprobar que lo que llamamos regiones, países o imperios no son más que constructos mentales que los seres humanos superponemos a esa geografía preexistente. Así, no hay países que sean esencialmente tales, entidades metafísicas inamovibles, sino que son territorios que comparten bandera, lengua, costumbres y formas de organizar la vida que cambian con cada nuevo asentamiento, conquista o guerra.

               De esta forma, lo que actualmente conocemos como Gran Bretaña, comenzó con unos poblamientos en las Islas Británicas que datan - según los registros que hasta ahora se tienen - de hace unos 700000 años, cuyo origen era la Europa continental, seguidos de otras oleadas de migrantes como los celtas, belgas, tribus ibéricas, anglos, sajones, romanos, vikingos y normandos.Esta invasión normanda de 1140 fue la última que ha tenido el territorio hoy conocido como Gran Bretaña hasta nuestros días. Sin embargo, dentro del territorio, permanecía la división en cuatro reinos, que eran Inglaterra, Escocia, Irlanda y Gales, aunque Inglaterra siempre luchó por conseguir la anexión de todos ellos, y así, desde el siglo XII hace intentos de conseguir Escocia e Irlanda. Gales y Escocia ya formaban parte de Gran Bretaña en el siglo XVII, pero con Irlanda las tensiones y dificultades eran mayores, debido en parte a la diferencia religiosa entre ellas, ya que mientras Inglaterra, Gales y Escocia eran protestantes - con diferencias entre ellas, sobre todo Inglaterra y Escocia -, Irlanda permaneció fiel al catolicismo romano. Sin embargo, los manejos y presiones de Inglaterra hicieron que Irlanda se aviniera a formar parte de Gran Bretaña en 1801, aunque siempre se mantuvo más como un territorio colonial que como un territorio efectiva e igualmente integrado en el conjunto. Este tratamiento se hizo especialmente grave durante la  hambruna que se produjo a mitad del siglo XIX como consecuencia de la pérdida de la cosecha de patata, que hizo que el hambre y la miseria se apoderase de casi la mitad de la población, mientras las soluciones políticas y económicas que ofrecía Gran Bretaña eran bastante escasas. Este hecho hizo que gran parte de la población que no tenía forma de subsistir, emigrase a Estados Unidos buscando no tanto una vida mejor, sino poder sobrevivir (como sucede en la novela y película que nos ocupa). Esta ingente cantidad de inmigrantes conforma, junto con alemanes, también sufridores de la pérdida de cosecha de patata, base de su alimentación, y judíos del Este de Europa, perseguidos a causa de su religión, y gentes del sur de Europa, como Italia o Grecia, lo que se ha denominado en la historia de Estados Unidos la Tercera Oleada de Inmigración.Entre estos emigrantes estaban los padres de John Ford.


            Los que permanecieron en Irlanda, cada vez lucharon más denodadamente por volver a ser un país independiente. Este movimiento culminó en 1921, cuando Irlanda salió de la Unión, de Gran Bretaña, pero no toda ella: salió la mayor parte del territorio constituyendo la denominada República de Irlanda, permaneciendo dentro de la Unión Irlanda del Norte. Un personaje muy interesante en la lucha por la independencia de Irlanda fue Roger Casement, convertido por Vargas Llosa en el protagonista de El Sueño del Celta, y a quien Encarnación Lorenzo dedicó un artículo en el blog *Tinieblas en el Corazón* (http://anthropotopia.blogspot.com.es/2012/11/roger-casement-en-america.html).

                Por otra parte, la tierra soñada, el paraíso buscado, Estados Unidos, tiene una historia de sucesivas capas de asentamientos de oleadas de inmigrantes que fueron desplazando a los nativos originarios. Los primeros encuentros entre europeos (españoles, franceses, ingleses) y nativos americanos datan de los últimos años del siglo XV, y en un principio fueron cordiales, intercambiando destrezas para cazar, pescar o cultivar, así como animales y cultivos ( también enfermedades), aunque siempre hubo una gran incomprensión entre estos dos mundos que se encontraron: en primer lugar, los europeos eran muy diversos entre ellos, aunque todos compartían la visión de los nativos como perezosos, y para los nativos era incomprensible que los recién llegados pusieran precio a la Madre Tierra. Por esta propiedad de la tierra comenzaron los primeros y más graves enfrentamientos.

                  Los primeros europeos que se asentaron en la nueva tierra y establecieron colonias y crearon organizaciones sociales son conocidos como Los Fundadores, siendo mayoritariamente españoles en Florida y California, e ingleses en el este del país para explotar la tierra en busca de oro y cultivando tabaco. Fueron los primeros en llevar mano de obra africana para llevar a cabo estas labores (todavía no en calidad de esclavos). Los alemanes y suecos se establecieron principalmente en nueva York, Nueva Jersey y Pennsylvania. Posteriormente, a finales del siglo XVII llegan  nuevas oleadas de europeos, sobre todo escoceses que la Corona británica pretendía que se establecieran en Irlanda , irlandeses y alemanes. Todos ellos buscaban oportunidades de vida mejores que las que gozaban en sus tierras de origen, y también huir de las persecuciones y presiones religiosas. De ellos fueron bien acogidos aquellos que estuviesen dispuestos a ser fuerza de trabajo y ajustarse a la cultura anglo americana que se estaba consolidando.Mientras todo esto sucede, los nativos americanos son desplazados de sus tierras cada vez más hacia el oeste.

                       Desde la independencia de las Colonias, y hasta 1820, el nuevo país se fue dotando de identidad como tal y su principal componente era la cultura anglo-americana, desplazando a las de otras viejas comunidades. En 1820 hay una llegada masiva de europeos que, ante la industrialización creciente del Viejo continente, la pérdida de sus tierras debido a la urbanización y un enorme aumento de la población, así como a persecuciones religiosas - judíos - y políticas, ven en América una oportunidad para vivir en mejores condiciones, ya que hay una ingente cantidad de tierra (nadie tomaba en consideración las reclamaciones de los nativos americanos) y gran necesidad de mano de obra para construir el ferrocarril (John Ford dirigió en 1924 El Caballo de Hierro, una superproducción en la que narra en tono épico la construcción del ferrocarril transcontinental entre 1863  y 1869). Esta llegada masiva de inmigrantes hizo nacer un sentimiento de rechazo entre los americanos ya asentados, y tuvo un pico de actividad alrededor de 1850, con la llegada masiva de irlandeses, ya que al ser católicos, los allí establecidos pensaban que podían desvirtuar la cultura protestante que predominaba. También fueron especialmente duros con los chinos a partir de 1860, llegando a proclamar la expulsión de este colectivo por medio de la Chinese Exclusion Act (1882).

             A finales del siglo XIX llegaría a Estados Unidos lo que se conoce como Tercera Oleada de Inmigrantes, a la que ya hemos hecho referencia más arriba, y a la que estos nuevos inmigrantes de muy diversos orígenes - checos, polacos, griegos, italianos, portugueses, filipinos.. - y religiones fueron vistos como una amenaza para la cultura y modo de vida que se había ido desarrollando en Estados Unidos; si bien la creciente industrialización del país demandaba una enorme cantidad de mano de obra, tanto cualificada como no cualificada, lo cierto era que eran mejor acogidos aquellos que tenían dinero para subsistir hasta encontrar un trabajo cualificado que aquellos que no tenían nada y huían de la pobreza  y las persecuciones políticas y religiosas, y dentro de los bien acogidos, siempre lo eran más aquellos que estaban más cerca de la cultura anglo-americana (blancos, protestantes, anglos) que los que provenían de otras culturas diversas. Por todo ello, desde finales del siglo XIX comienza en Estados Unidos un debate acerca de qué hacer con los inmigrantes, voces que piden frenar la inmigración, los derechos de los inmigrantes y un endurecimiento en las exigencias para conceder la ciudadanía. Comienzan a promulgarse leyes más restrictivas para la inmigración desde 1875, y en 1890 se crea un "depósito" de inmigrantes en Nueva York, en Ellis Island, donde los recién llegados eran sometidos a exámenes médicos y de aptitud antes de permitirse su entrada al país, o eran devueltos a sus países de origen (Encarnación Lorenzo tiene una interesante entrada sobre este "depósito" de inmigrantes en el siguiente enlace:http://anthropotopia.blogspot.com.es/2014/04/franz-boas-y-lewis-whine-antropologia-y_22.html.

     A pesar de estas medidas restrictivas, la inmigración continuó creciendo hasta los años 30 del siglo XX y la Gran Depresión que siguió al crack de 1929.

           3.- FORD, STEINBECK Y LA GRAN DEPRESIÓN.-


    En Las Uvas de la Ira no se narra la inmigración hacia los Estados Unidos, si bien el tema de la constitución del país está presente, tanto por la "militancia" irlandesa de Ford como por el tratamiento que hace Steinbeck de los asentamientos blancos en las tierras que tradicionalmente poblaban los nativos americanos. Steinbeck expresaba en sus obras su visión crítica acerca del colonialismo, y de la misma forma que en esta obra nos hace reflexionar sobre la usurpación de la tierra a los nativos norteamericanos por parte de los blancos, en su obra posterior, La Perla, encontramos agrias críticas al colonialismo español en México y California (un análisis del colonialismo en esta obra se encuentra en el siguiente artículo: http://anthropotopia.blogspot.com.es/2012/11/colonialismo-y-economia-en-la-perla-de.html.

         En Las Uvas de la Ira el colonialismo que late en el fondo es el de los nuevos pobladores de los Estados Unidos sobre los indios nativos, ya  que  lo que le sucede a los Joad y a cientos de miles de habitantes de Oklahoma, Arkansas y otros estados sureños es lo que había sucedido con los indios nativos cuando los inmigrantes europeos llegaron a esas tierras y desalojaron a sus pobladores, empujándolos cada vez más al oeste y finalmente arrinconándolos en reservas.

           Los primeros contactos de los nativos americanos con los británicos fueron bastante cordiales y se centraron en intercambios de saberes acerca de cultivos y tecnologías de caza y de pesca. Posteriormente surgieron enfrentamientos debidos al comercio de pieles, con luchas desiguales (por la superioridad tecnológica de las armas) y pérdidas de territorio de los nativos, que fueron llevados a tierras más distantes entre las décadas de 1630 y 1640. Más adelante los nativos fueron peones en las guerras entre franceses y británicos, y cada vez perdían más territorio y se veían obligados a retroceder más hacia el oeste. Al acabar la Guerra Civil (1865) los europeos se extendieron por la gran planicie americana que había sido territorio nativo, y estos lucharon por mantenerse allí en batallas como Little Big Horn y Wounded Knee. Desde la década de 1870 comenzaron políticas de asimilación de nativos, separándolos , realojándolos en lugares lejanos y llevando a sus hijos lejos del núcleo familiar para hacerlos seguir una educación occidental, cortando todos sus vínculos con la cultura en la que habían nacido. La tierra de la que los nativos son desposeídos es ofrecida a inmigrantes que llegan al país, o a oriundos de allí a un precio más barato que las ya urbanizadas, pues la demanda de mano de obra para la industrialización que se está llevando a cabo es muy grande, y la necesidad de ubicarlos es urgente. Además sirven de barrera para que los indios no vuelvan a recuperarlas. En la novela, el abuelo Joad se jacta de haber expulsado a los indios nativos de la tierra que fue de la familia hasta que el enviado del banco y el tractor los echó de ella de la misma forma que él había echado a los nativos.


       La mitología que alimenta lo que se puede denominar "norteamericanidad" (permítaseme el neologismo) es la de la persona independiente, capaz de autoabstecerse y conducirse en el mundo y  sacar adelante a las personas que pudiera tener a su cargo (familia), enmarcada en la teoría económica más general del libre mercado desregulado y una ausencia casi total de intervención estatal; la imagen de granjeros independientes, establecidos en la frontera , luchando contra los nativos, haciendo cara a grandes dificultades, pero finalmente triunfadores al poseer una tierra a la que arrancan el sustento suficiente para la familia es un estereotipo que se alarga hasta los años 30 del siglo XX. Pero también hay en esta imagen un componente social, ya que estos granjeros salen adelante en comunidades cooperativas que proveen a sus miembros de ayuda y protección. La rápida industrialización de los Estados Unidos, desde el final de la Guerra Civil (1865) hasta el final de la Primera Guerra Mundial (1918), trajo un cambio en el país, que se hizo mucho más urbano. Esta expansión estaba basada en los recursos naturales, la producción de hierro y las energías del vapor y eléctrica; posteriormente sería incrementada por nuevos inventos y adelantos técnicos. Todos estos negocios buscaban provecho dentro de una economía de mercado que determinaba las necesidades, precios y salarios por la demanda. Todo ello llevó a un capitalismo desregulado, y a un nuevo elemento en la mitología del modo de vida norteamericano: el beneficio.


          El ex primer ministro griego de Economía, Yanis Varoufakis, en su libro El Minotauro Global hace un breve pero preciso resumen de la crisis de 1929 en Estados Unidos, el detonante del mayor periodo de recesión y pobreza que se dio en aquel país. El economista heleno comienza hablando de la fiebre que entró en los mercados a primeros del siglo XX por quedarse con la totalidad del mercado por parte de las nuevas grandes compañías que iban apareciendo. A raíz de los avances tecnológicos (en el libro pone el ejemplo de la corriente eléctrica y la lucha entre Edison y Westinghouse por ser los monopolizadores de la misma), hay movimientos hacia la concentración de empresas, siendo cada vez mayores en tamaño, pero menor en número, lo que nos lleva en la práctica a estar en la mano de grandes monopolios y su dictado de precios y cantidad de bienes producidos. Como estas compañías necesitan una financiación igualmente gigante, los bancos entran en el panorama económico y productivo, recogiendo grandes beneficios con su financiación de grandes proyectos.Así, en los años 20, la mayor parte de la gente pensaba que entrando en la dinámica capitalista del trabajo y el ahorro, podría estar libre del fantasma de la pobreza, dado que Wall Street movía el capital que se le daba incrementándolo, con una fe casi religiosa. Millones de personas jugaron a este juego, y la superproducción acumulada y los manejos de las grandes compañías en lo relativo a fusiones y absorciones, y acabaron engullidos por el mayor desastre económico conocido hasta entonces: el crash de Wall Street en octubre de 1929, la quiebra de la economía norteamericana . Esta fecha marcó el inicio de La Gran Depresión, una década de pobreza, miseria y movimientos masivos de personas buscando una oportunidad de vivir, tal como se ve en Las Uvas de la Ira.

    En la película asistimos al éxodo masivo de estos campesinos desposeídos de su tierra en aras de la concentración empresarial y los efectos derivados de ella; estas gentes se han convertido ahora en excedentes del mismo sistema productivo en desechos no ubicados, en "residuos humanos", como  los define Zygmunt Bauman en Tiempos Líquidos, poblaciones de emigrantes, refugiados y parias, una consecuencia de la modernidad, y que el sociólogo ve arrojados a dos tratamientos posibles dentro de las sociedades a cuyas puertas llaman: o bien se usa con ellos una estrategia "émica" o de separación de barrios, de urbanizaciones protegidas de "los extraños", o bien una estrategia "trágica" o de asimilación. Esa estrategia épica o de separación se traduce en la película y la novela en la existencia de "Hoovervilles" o campamentos de refugiados en las afueras de las ciudades cercanas a la carretera del éxodo. Los migrantes eran advertidos de que ese era su lugar, y no la ciudad habitada por aquellos que todavía podían subsistir dentro del sistema. En estos éxodos obligatorios, estas personas son usadas por muchos otros para hacer negocio de su desgracia, desde los compradores de los enseres que no pueden acarrear con ellos, que se los pagan a muy bajo precio, a los vendedores de coches, o en muchos casos, máquinas que todavía pueden moverse, pero que condenarán sus usuarios a tener que reparar continuamente para acabar su singladura.

       Por el camino la familia Joad va perdiendo miembros, pero también ilusiones y la cohesión que mantenían mientras estaban ligados a la tierra y a la solidaridad de la comunidad; ahora llega el momento de pensar en cada uno, pues es un periplo largo y de final incierto. La película de Ford nos va mostrando con gran maestría esta odisea, con unos actores soberbios y una gran calidad.
   


3 comentarios:

  1. Una estupenda entrada con una visión histórica omniabarcante que recorre con detalle la historia del colonialismo americano siempre en relación a la extraordinaria película de John Ford. Para hacer la lectura aún más apetecible, el texto está trufado de jugosos detalles antropológicos que espero que la autora, como tiene prometido, pronto desarrolle más ampliamente para el blog Tinieblas en el corazón. Qué gusto da que se pongan a escribir los que, como Mari Angeles, son excelentes conocedores de la materia que abordan y saben sacarle tanto partido a sus conocimientos. Felicidades.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias por el comentario. Esta entrada nació de la indignación y la impotencia que me asoló este verano al ver las noticias sobre los inmigrantes sirios y afganos que llegaban - y los que morían por el camino - a las costas griegas, huyendo de la guerra y la falta absoluta de horizonte para desarrollar su vida, e inmediatamente recordé la novela de Steinbeck y la película de Ford, donde se cuenta detalladamente una situación tan similar.
    Ciertamente Ford se está destapando como un gran antropólogo, ya que con Huracán pude explorar aspectos antropológicos del colonialismo en Polinesia.
    La entrada para Tinieblas desarrollando otros aspectos de la novela de Steinbeck está a falta de pequeños detalles, que espero haber ultimado en breve. ¡Gracias por la paciencia!

    ResponderEliminar
  3. Bueno, bueno, ya sabes que yo tengo más cosas de Ford en la recámara relacionadas con la Antropología. Creo que andar en la interfaz de dos culturas, la irlandesa y la norteamericana, da mucho juego antropológico. Además maneja con gran habilidad el pensamiento arquetípico. Por eso nos gusta tanto.

    ResponderEliminar